El término del conflicto dejó al descubierto la tragedia humana de la guerra: no solo la destrucción y muerte producida por los bombardeos a las ciudades y el enfrentamiento entre los ejércitos, sino la realidad de millones de personas sometidas a atroces crímenes contra la humanidad.
Persecución nazi
La ocupación de territorios por el ejército alemán llevó consigo el sometimiento de la población civil que residía en ellos. Los gobiernos de turno fueron, en muchos casos, colaboradores de las tropas invasoras y presenciaron con pasividad la represión que se realizaba contra la población disidente.
La política nazi sobre los territorios ocupados contemplaba la destrucción de la oposición y el exterminio de la población considerada “inferior”. Propició la formación de guetos para la población judía; el más conocido es el de Varsovia, en Polonia, donde se obligó a los judíos a vivir en condiciones de vida miserable. Posteriormente, el Estado alemán trasladó a la población considerada indeseable y peligrosa, como judíos, gitanos, comunistas, e incluso alemanes opositores a Hitler, a campos de concentración y exterminio, distribuidos a lo largo de los territorios ocupados donde servían como mano de obra para los trabajos forzados. Los prisioneros al interior de estos lugares eran llevados hasta el límite de sus fuerzas, sometidas a condiciones de vida subhumanas.
El genocidio
Persecución nazi
La ocupación de territorios por el ejército alemán llevó consigo el sometimiento de la población civil que residía en ellos. Los gobiernos de turno fueron, en muchos casos, colaboradores de las tropas invasoras y presenciaron con pasividad la represión que se realizaba contra la población disidente.
La política nazi sobre los territorios ocupados contemplaba la destrucción de la oposición y el exterminio de la población considerada “inferior”. Propició la formación de guetos para la población judía; el más conocido es el de Varsovia, en Polonia, donde se obligó a los judíos a vivir en condiciones de vida miserable. Posteriormente, el Estado alemán trasladó a la población considerada indeseable y peligrosa, como judíos, gitanos, comunistas, e incluso alemanes opositores a Hitler, a campos de concentración y exterminio, distribuidos a lo largo de los territorios ocupados donde servían como mano de obra para los trabajos forzados. Los prisioneros al interior de estos lugares eran llevados hasta el límite de sus fuerzas, sometidas a condiciones de vida subhumanas.
El genocidio
A medida que avanzaba la guerra, el gobierno de Hitler aprobó la “solución final al problema judío”, lo que en la práctica significaba el desarrollo de una política sistemática de exterminio de personas. En campos de concentración como Auschwitz, Treblinka y Bergen Belsen, millones de prisioneros fueron eliminados, unos por el hambre, otros por las enfermedades y los demás por el envenenamiento en cámaras de gases. Como consecuencia del holocausto, murieron unos seis millones de judíos, tres millones de prisioneros de guerra soviéticos capturados por los alemanes, más de dos millones de polacos y varios miles de opositores políticos y miembros de minorías étnicas, sexuales y religiosas. Mientras el régimen nazi se mantuvo en el poder, estos hechos no fueron conocidos por la comunidad internacional, pero a medida que los ejércitos aliados avanzaban dentro del territorio ocupado por los nazis, la magnitud de la masacre llenó de horror al mundo. El genocidio que se reveló tras el fin de la guerra constituye uno de los mayores crímenes contra la humanidad.
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